El nuevo ministro de Petróleo de Arabia Saudita tiene una misión: reducir la dependencia del crudo

By  Clifford Krauss y Ben Hubbard - The New York Times May 14, 2016

Era conocido como el “maestro”: cada palabra suya era analizada por los operadores de petróleo y movía mercados. Durante dos décadas Ali al Naimi, el ministro de Petróleo de Arabia Saudita, fue el arquitecto de las políticas sauditas y del cartel de la OPEP, incluida la que ahora mandó el precio del petróleo a un colapso profundo.

 

Pero Naimi fue destituido de manera abrupta hace poco y fue remplazado como parte del nuevo mandato de Arabia Saudita conducido por el rey Salmán, quien está centrado en lograr una gran modernización a largo plazo de la economía del país.

El sucesor de Naimi, Khalid al Falih, es un gran partidario de la agenda del rey por lo que se encargará de la complicada tarea de acabar rápidamente con la dependencia de petróleo por parte del Estado.

Aunque el simbolismo de estos movimientos burocráticos fue muy claro, los expertos en energía afirman que no esperan un cambio rápido ni fácil en esas políticas. Durante muchas décadas las medidas rápidas en política económica han sido una excepción en ese reino conservador. Y Falih no perdió tiempo para intentar calmar a los mercados que temían que los precios del petróleo pudieran volverse más volátiles de lo que ya son.

“Arabia Saudita mantendrá sus políticas estables de petróleo”, dijo en un comunicado reciente. “Seguimos comprometidos en mantener nuestro papel en los mercados energéticos internacionales y queremos fortalecer nuestra postura como el proveedor de energía más confiable del mundo”.

Eso significa que Arabia Saudita seguirá bombeando todo el petróleo que pueda y ayudará a garantizar que los precios bajos de la gasolina duren todo el verano para los consumidores estadounidenses, por lo que los precios del crudo se mantendrán bajos durante el resto del año.

En Arabia Saudita hay mucho escepticismo sobre estas medidas. Muchos no creen que el cambio al nivel más alto del gobierno sea suficiente para impulsar las reformas que prometió el rey Salmán y que diseñó su poderoso hijo, el príncipe heredero Mohamed bin Salmán, para que la inestable economía estatista reduzca su dependencia del petróleo, una materia prima que cada vez es menos confiable.

La destitución de Naimi fue parte de una reorganización que busca reestructurar al gobierno, diversificar la economía y mejorar los servicios para los ciudadanos sauditas. En el centro de ese plan que se lanzó el mes pasado (en el que Falih jugará un papel protagónico) está la transformación de la petrolera estatal Saudi Aramco en un conglomerado industrial.

El príncipe Mohamed dijo que por primera vez en la historia las acciones de la compañía se venderán al público y ese dinero irá a un fondo soberano de inversión que se destinará a complementar las rentas públicas en el país y en el extranjero.

Saudi Aramco ha sido la institución más rentable de Arabia Saudita, pero ha sido muy reservada en el manejo de sus finanzas y la manera en que calcula las reservas petroleras del reino.

La apertura de la empresa implica que será sometida a un nuevo escrutinio que podría cambiar su cultura de manera impredecible, afirman los analistas. Y al orientar su valor hacia las inversiones cambia el objetivo de un solo tipo de ingreso, el petróleo, a otros que son impredecibles y no hacen nada para aumentar la productividad de los trabajadores sauditas.

Falih se graduó en ingeniería mecánica en Texas A&M y por su buen desempeño subió de rango en Saudi Aramco hasta convertirse en el director general. Es visto por los ejecutivos y analistas internacionales del petróleo como un agente de cambio, sin dejar de ser un tecnócrata que ha estado ligado a la antigua cultura de Saudi Aramco.

Los expertos describen a Falih como uno de los funcionarios más sofisticados y cosmopolitas en el mundo del petróleo, a quien se le reconoce como un líder entre los ministros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) que controlan un tercio de la producción petrolera mundial.

Ellos esperan que fomente un aumento gradual en los precios del petróleo y aleje al reino del derrochador consumo de energía local, un cambio que permitirá que los sauditas incrementen sus exportaciones de petróleo en los próximos años. Estará a cargo de un ministerio que se reorganizó hace poco tiempo y que dominará todas las facetas de energía e industria, no solo del petróleo.

“Khalid es un ejecutivo muy eficaz, con un entendimiento muy sofisticado de la política”, dijo Daniel Yergin, vicepresidente de la firma consultora IHS.

“Es una transición natural”, dijo Yergin. “Ahora, Arabia Saudita tiene una gran agenda por delante y Saudi Aramco es fundamental para llevarla a cabo. Debe haber alguien que pueda implementarla y ejecutarla”.

La primera preocupación de Falih será controlar la OPEP, organismo que está muy dividido entre miembros como Venezuela y Argelia que quieren cortar la producción para aumentar los precios, y los reinos del golfo Pérsico, que son más ricos y están de acuerdo con que el precio permanezca bajo durante un tiempo.

La caída de los precios obliga a que los productores con costos más altos dejen de invertir en proyectos caros; entre los afectados se encuentran las compañías perforadoras estadounidenses en los campos de esquisto, las arenas bituminosas canadienses y los campos de aguas profundas de Brasil y África Occidental.

Aunque el rey Salmán tomará las decisiones finales, Falih podría usar sus influencias para cambiar la política actual, pero su influjo solo llega hasta ahí.

El mercado petrolero ha estado inquieto últimamente. Los precios han disminuido debido a los reportes de registros de inventarios en Estados Unidos y otros lugares, y han aumentado por la disminución de producción rápida en Estados Unidos, China, México y ahora Canadá, a medida que el fuego se arremolinaba cerca de los campos de arenas bituminosas en Alberta.

Los imponderables en el mercado son numerosos, incluida la inestabilidad política en Libia, Irak, Venezuela y Nigeria, lo que podría detener su producción de petróleo.

Naimi intentó crear puentes con los miembros de la OPEP, Rusia y otros productores internacionales en la Cumbre de Catar del mes pasado, con una propuesta para congelar la producción en los niveles actuales.

Estos esfuerzos fueron obstaculizados por el príncipe Mohamed, quien se opuso a la congelación a menos que Irán también participara. Pero Irán, que prometió aumentar la producción de barriles de petróleo en cientos de miles al día, no quiere cooperar ahora que se libró de las sanciones por su programa nuclear.

Se espera que Falih esté cerca de la línea del príncipe Mohamed. Los analistas dicen que no es probable que pronto haya cambios, mientras las tensiones entre Arabia Saudita e Irán continúan, en particular, por los conflictos en Siria y Yemen.

Pero algunos ejecutivos petroleros de Medio Oriente dijeron que podría haber un cambio gradual en las políticas sauditas y de la OPEP ahora que la producción de petróleo cae y los precios se habían mantenido estables en las semanas recientes.

Comentaron que Falih podría pensar que prolongar los precios bajos provocaría un colapso en las inversiones de exploración, el cual podría disparar un súbito aumento de los precios. Esta turbulencia no solo pondría en riesgo la economía mundial, sino que también provocaría un renovado frenesí por las perforaciones en Estados Unidos y otros países, lo cual provocaría otro colapso de los precios.

“Khalid al Falih podría reconocer los peligros de tener precios muy bajos por un periodo largo”, dijo Badr Jafar, presidente de Crescent Petroleum, una compañía de petróleo y gas de los Emiratos Árabes Unidos. “Podría cambiar la política para asegurar un aterrizaje suave en la recuperación del precio”.

 

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