La OPEP mantendrá esta semana en Viena su reunión más importante de los últimos años, apremiada por la caída de los precios del petróleo que atiza las divisiones entre partidarios de un recorte de producción y defensores del statu quo.
A pesar de las tormentas geopolíticas, el precio del barril parecía estabilizado en los últimos tres años en torno a los 100 dólares.
Pero a mediados de junio el crudo comenzó una caída casi ininterrumpida como consecuencia del aumento de la extracción de petróleo de esquisto en Estados Unidos, principal consumidor mundial, y de la desaceleración económica mundial.
La cotización del barril de Brent del Mar del Norte en Londres, principal barómetro del mercado petrolero, se desplomó hasta los 77,92 dolares el 13 de noviembre, una pérdida de 32% en apenas cinco meses.
Se trata del descenso de precios más fuerte registrado en el sector desde el cataclismo de 2008, cuando el petróleo se hundió tras haber alcanzado un récord histórico de 150 dólares el barril.
En este contexto, los ministros de los 12 Estados miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se reunirán el jueves en la capital austriaca par revisar techo colectivo de producción, fijado desde hace tres años en 30 millones de barriles diarios, que representan casi un tercio del crudo extraído a diario en todo el mundo.
Esta caída tiene una influencia muy negativa sobre los ingresos de los países de la OPEP y algunos, empezando por Venezuela, apremian al resto a reducir la producción, con la esperanza de estabilizar la caída o incluso hacer subir los precios.
Venezuela, que vive una situación financiera delicada, es muy dependiente de los ingresos petroleros y su presidente, Nicolás Maduro, pidió este semana una "reunión especial" de los países miembros de la OPEP y de otros países petroleros para tomar decisiones.
Fuera de la OPEP, otro gran exportador, Rusia, aseguró el viernes que también está estudiando la posibilidad de bajar su producción.
Sin embargo Arabia Saudita, un país muy influyente que produce un tercio del crudo de la OPEP y ha sido en los últimos años el principal defensor del statu quo, parece indiferente a estas preocupaciones.
Numerosos observadores sospechan que Arabia Saudí es en realidad favorable a la caída de los precios para intentar frenar la producción de petróleo de esquisto en Estados Unidos, una industria que necesita precios altos para ser rentable.
Otros aseguran que se trata de una guerra por las cuotas de mercado dentro de la OPEP.
Tras meses de silencio, el ministro saudita del petróleo, Ali Al Naimi, rechazó la teoría de la "guerra de precios" y calificó de "conjeturas grotescas e inexactas" un cambio de estrategia de su país, aunque no aclaró qué posición defenderá en Viena.
Por eso la cuestión crucial de la cumbre del jueves es si Arabia Saudita cederá o no a los llamamientos para reducir la cuota de producción.
Los pronósticos están muy abiertos, aunque la salida más probable parece ser el mantenimiento del statu quo por falta de consenso.
Mohamed Suror al Saban, que hasta 2013 fue consejero del ministro del Petróleo saudí, pronostica que se mantendrá el techo de producción aunque admite que esta reunión es "la más difícil" de la OPEP en años.
Incluso si la OPEP bajara su cuota "no es seguro que su producción baje efectivamente", porque muchas veces el techo de producción no se respeta, explica Tim Pugh, del gabinete Capital Economics.