Noruega se le acerca un fantasma que nunca pensó que llegaría. El boom energético está en baja muchos años antes de lo previsto y comienza a dejar en evidencia una economía que no está preparada para la vida después del petróleo y amenazando la viabilidad a largo plazo del modelo de bienestar más generoso y admirado del mundo.
Las onerosas inversiones en esa industria han empujado los salarios y los costos a niveles insostenibles no sólo dentro del sector del gas y del petróleo, sino en todas las ramas de la economía, y se han convertido en un lastre para realizar nuevas inversiones energéticas. Las empresas noruegas que no pertenecen al sector tienen dificultades para cargar con el muerto de una economía que durante por lo menos una década tuvo un solo carril.
De todas maneras, Noruega tuvo el buen tino de apartar la ingente suma de 860.000 millones de dólares para los años de vacas flacas, algo así como US$ 170.000 por cada hombre, mujer y niño noruegos. También tiene un enorme superávit presupuestario, la máxima valoración crediticia (AAA) y un bajo nivel de desempleo, así que el declive no será tangible en lo inmediato.
Pero los costos se dispararon, las empresas que no exportan petróleo tienen problemas, el gobierno gastará este año 20.000 millones de petrodólares más que en 2007 y el generoso modelo de bienestar, que depende de un flujo constante de ingresos por exportaciones de crudo, quizá no esté preparando a los noruegos para tiempos de ajuste.
"En Noruega, la gente da por sentada la estabilidad laboral", dice Hans Petter Havdal, director ejecutivo de la autopartista Kongsberg Automotive, que ya sólo tiene a un 5% de sus trabajadores en el país porque trasladó esos empleos a lugares como México, China y Estados Unidos, y sólo conserva en su país de origen las funciones automatizadas de alta tecnología.
La empresa asegura sentirse jaqueada por los costos laborales y hasta por problemas como la extensión de las licencias por enfermedad. "Es muy desalentador que las licencias por enfermedad sean el doble del nivel en otras plantas. Es una señal de que algo no anda bien", dijo Havdal.
Con un ingreso per cápita de alrededor de 100.000 dólares, el nivel de vida noruego ha llegado al punto de que la semana laboral promedia menos de 33 horas, una de las más cortas del mundo, y aunque el desempleo es bajo, el subempleo es altísimo, ya que los beneficios sociales lo hacen posible. En 2012, el vocabulario noruego incorporó incluso un nuevo verbo, "nave", que significa vivir de los subsidios de la agencia de bienestar social NAV.
Los empresarios y algunos funcionarios del gobierno dicen que Noruega tiene que atar los aumentos de salarios a la productividad; limitar el costo del desarrollo petrolífero; recortar impuestos, como lo hicieron sus vecinos, y gastar menos petrodólares. Algunos arriesgan que debería devaluar.
La suerte de la industria petrolera, que representa un 20% de la economía total del país, dio un brusco giro cuando el sector a nivel mundial pisó a fondo el freno. Los costos se dispararon y el pago de dividendos es tan elevado que algunas empresas de energía tienen que vender sus activos para cumplir con los accionistas. Y como está previsto que este año y el siguiente los precios del petróleo sigan cayendo, los inversores de capital fijo escasean.
Las inversiones, que en el último decenio se triplicaron, caerán durante los próximos años, trastocando las predicciones anteriores sobre un crecimiento firme y sostenido, mientras que la producción de petróleo sigue estancada. Las empresas de energía están recortando los fondos de sus proyectos más innovadores, lo que constituye un problema grave, ya que el sector dependía hasta ahora de su tecnología de punta para compensar sus elevados costos operativos.
El gobierno pone su mejor cara, pero admite que los tiempos están cambiando. "Es probable que el boom haya pasado. Pero no estamos frente a un marcado descenso de la inversión o de la producción", dijo el ministro del Petróleo, Tord Lien. "Los costos están subiendo demasiado y con demasiada rapidez. Los costos en Noruega subieron más que en otras partes."
La campeona de las empresas públicas, Statoil, recortó gastos con la eliminación de proyectos muy avanzados. "Recortar el gasto de capital es perjudicar la innovación", dice el jefe del ente regulador del petróleo, Bente Nyland. "Cuando uno recorta, está pensando en la producción y en los ingresos. Y las decisiones que se toman hoy tienen consecuencias que se sienten en el largo plazo."
Noruega es el séptimo exportador mundial de crudo y abastece un 20% del gas que consume la Unión Europea. También se jacta de tener el PBI más alto por hora trabajada, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, pero la productividad laboral cayó desde 2007, y desde 2000, el costo laboral unitario en Noruega aumentó seis veces más rápidamente que en Alemania.
Knut Mork, economista del Handelsbanken, dijo que para evitar ese declive Noruega tiene que tomar el toro por las astas. "El boom del petróleo se acabó -dijo Mork-. Si no se hacen los ajustes necesarios, después del petróleo Noruega tal vez enfrente una crisis estructural similar a la de Finlandia después de lo ocurrido con Nokia."
Traducción de Jaime Arrambide.