El renacimiento energético de Estados Unidos con las nuevas técnicas de extracción está cambiando la relación de fuerzas entre la oferta y la demanda en el mercado del petróleo. Se está viendo en el reciente desplome de los precios. Antonio Brufau, presidente de Repsol, admite que cualquier valor por debajo de los 70 dólares el barril para el crudo no convencional plantea problemas a la industria. A ese precio, indicó, “todo empieza a resquebrajarse”.
Su compañía, sin embargo, puede soportar que baje a 60 dólares en el caso del Brent, el barril de referencia en Europa, aunque algunos proyectos pueden verse afectados a los precios actuales. Brufau se encontraba anoche en Nueva York, donde fue galardonado con el premio de líder empresarial del año por la Cámara de Comercio de España y EE UU por su visión estratégica del negocio en momentos de gran complejidad.
La brusca caída de precios, da por hecho Brufau, va a frenar la perforación con nuevas técnicas como el fracking o el shale porque no lo hace rentable. La situación actual, en su opinión, “no es sostenible” porque cuando baja tanto el petróleo “hay proyectos que dejan de hacerse”. “En EE UU ya ha habido menos licencias de perforación en no convencional del fracking”, puso como ejemplo.
En su opinión, esto puede provocar que no se produzca tanto petróleo como ahora y con ello “los precios volverán a recuperar parte de la senda perdida”. Sin embargo, es algo que como indican los analistas no va a suceder a corto plazo. Los grandes bancos de inversión, como Bank of America y Deutsche Bank, calculan que la tensión en el mercado durará al menos seis meses.
La Agencia Internacional de la Energía acaba de calcular que en los pozos más antiguos, un precio por debajo a los 80 dólares el barril ya no es rentable y eso podría provocar que dos millones de barriles diarios desaparecerán de golpe del mercado. “Si eso pasa, el precio automáticamente subirá”, auguró, recordando el episodio de 2008, cuando de 40 dólares rebotó a tocar 140 el barril.
El de la energía es mercado un donde la oferta y la demanda van casi a la par. “Cualquier variación, por muy pequeña que sea, afecta al precio”, indicó. El aspecto positivo de esta fuerte rebaja en el valor del crudo es para la economía. Citando un informe, señala que una caída de 20 dólares el barril en el mundo supone un ahorro de 300.000 millones de dólares para el consumidor.
Es un dinero que, añadió, no va a los países productores. “Está habiendo un cambio en la transferencia de rentas”, apuntó. Sobre el debate de si esta batalla cuestiona el papel del cártel de los países productores y exportadores de petróleo (OPEP), comentó que la última decisión de dejar la producción intacta es inusual porque “es la primera vez que han dejado que el mercado opere”.
EE UU es clave
La previsión de Brufau es que el petróleo volverá a tocar los 85 dólares el barril, aunque todo dependerá de si Arabia Saudí y otros países de la OPEP deciden seguir metiendo tanto petróleo en el mercado como hasta ahora. En su intervención tras recoger el galardón, el ejecutivo destacó la importancia de EE UU para Repsol, donde invirtió 6.600 millones desde 2006.
La compañía tiene previsto inaugurar a comienzos del año que viene su nueva sede en Houston (Texas), el que será su segundo cuartel general más importante. Repsol espera doblar la producción de energía en la región para 2016, que ahora ronda los 35.000 barriles diarios. “EE UU está demostrando que se pueden hacer las cosas de otra manera”, dijo en referencia a las nuevas forma de producción de energía por la vía no convencional.
Durante el acto, el presidente de Repsol hizo mención a las protestas que está recibiendo la compañía por las perforaciones petrolíferas en aguas de las islas Canarias. Una decena de personas se congregaron a la puerta de la Biblioteca Publica de Nueva York a la llegada de los invitados. “Me parece patético que vengan aquí a dar una imagen de España que no se la merece”, valoró.
“Una cosa es proteger el medioambiente y otra es no hacer nada por (culpa de) el medioambiente”, reflexionó antes los asistentes. El cambio climático, concluyó, es un hecho evidente y por eso considera que el sector energético en su conjunto debe hacer un esfuerzo para limitar sus consecuencias. “Pero la solución de no es simple”, dijo, porque a la vez hay mantener la producción.