A juzgar por la reciente cobertura informativa sobre el precio del petróleo, parecería que invertir en el sector de la energía es tan lucrativo como usar billetes de 100 dólares de papel higiénico.
Muchas personas ven este reciente descenso de los precios y asumen que "esta vez es diferente" y que los precios del crudo no harán exactamente lo mismo que han hecho durante los últimos 150 años.
Entiendo su lógica, las cosas sí parecen diferentes en este momento, y puede ser tentador tomar decisiones de inversión con base en la percepción de nuestro entorno. Al hacerlo, sin embargo, tal vez pases por alto factores críticos que podrían hacer de la energía una inmensa oportunidad de inversión justo frente a tus narices.
Vivir en nuestro pequeño mundo
Vivo en el área metropolitana de Washington D.C., y en últimas fechas veo más autos Tesla y otros vehículos totalmente eléctricos circulando por los caminos que SUV de gran tamaño tragonas de gasolina. Los paneles solares son cada vez más frecuentes en los hogares, hasta el punto que hay la misma probabilidad de verlos en un techo que no verlos. En general, hay un sentimiento generalizado de que las personas están mucho más conscientes de las opciones energéticas.
Las estadísticas a nivel nacional parecen apoyar esa apreciación. Desde 2005, el consumo total de petróleo crudo en Estados Unidos se ha reducido en un 10%, y el ahorro de combustible que traen consigo los vehículos de energía alternativa podría hacer que esa reducción sea mayor. El total de megavatios, o paneles solares instalados, se ha incrementado más de 10 veces en los últimos cuatro años, y no muestra señales de detenerse pronto.
Si yo tuviera que tomar decisiones de inversión a partir de mi análisis del entorno circundante, no parecería descabellado deshacerme de todas mis acciones en petróleo y gas e invertir exclusivamente en energías alternativas. Pero ese análisis ignoraría una cosa: el mundo es mucho más grande y mucho más diverso que mi pequeño rincón. En la actualidad, Estados Unidos representa alrededor del 4.5% de la población mundial, y el ingreso medio del país -aproximadamente 50,000 dólares- pone al estadounidense típico dentro del 1% con los salarios más altos en el mundo.
El panorama macro
Este tipo de estadísticas también pueden aplicarse a la energía. El consumo nacional per cápita de petróleo es de 900 galones por año, más de 4.5 veces el promedio mundial y cerca de 10 veces el consumo anual promedio de los 5,800 millones de personas que viven en países en vías de desarrollo.
Con esto no quiero mostrar que la población estadounidense vive mejor que una gran parte del mundo, es para recordar que nuestra toma de decisiones puede estar sesgada por nuestra educación y nuestro entorno, que casualmente es uno de los mercados energéticos más maduros del mundo. Si nos quedamos encerrados en nuestro horizonte y no miramos más allá de nuestro propio mundo desarrollado, pasaremos por alto ese enorme grupo demográfico de naciones en desarrollo cuya población crece rápidamente, produce y consume más bienes, y busca mejorar su calidad de vida en general.
En los próximos 25 años se prevé un crecimiento global impresionante, lo que tendrá un enorme impacto en las empresas dedicadas a la energía.
Estos son sólo algunos ejemplos:
Se estima que la población mundial crecerá de 7 mil millones a 9 mil millones en los próximos 30 años.
Se espera que el producto mundial bruto (el PIB del planeta) pase de los 75 billones de dólares actuales a casi 160 billones de dólares para el año 2040. Eso significa que el transporte de mercancías aumentará inmensamente.
Se prevé que la “clase media” mundial -aquellos con un poder adquisitivo de entre 15,000 y 36,000 dólares anuales - crezca a 4,800 millones para 2030 desde los 1,800 millones de hoy.
Conocer el terreno
Sí, se espera que el consumo de petróleo en el mundo desarrollado disminuya a medida que más vehículos de combustible alternativo y ahorro energético lleguen al mercado, y que la tecnología también frene en cierto grado la demanda de petróleo en el mundo en vías de desarrollo. Aun así, las estimaciones más conservadoras indican la necesidad de aumentar la producción de petróleo en 10 millones de barriles diarios para 2030 a fin de satisfacer la demanda de estos cambios demográficos mencionados anteriormente. Algunas estimaciones dicen que podrían necesitarse hasta 25 millones de barriles por día de producción adicional.
Satisfacer estas necesidades, así como sustituir el declive de los existentes pozos petroleros, requerirá inmensas cantidades de inversión en el desarrollo de nuevos suministros. La Agencia Internacional de Energía estima que, en el año 2030, los productores gastarán cerca de 23 billones de dólares para mantener y aumentar la producción y construir infraestructura para manejar esa capacidad adicional.
Has leído bien: 23 bi-billones de dólares. Casi el PIB combinado de Estados Unidos y China hoy por hoy.
Y ¿adivina qué? Hay suficiente petróleo y gas bajo tierra para satisfacer esta demanda. Tan sólo Estados Unidos está sentando en billones de barriles de petróleo potencial. El verdadero desafío es que aún no es tecnológicamente posible ni económicamente factible acceder a todas estas fuentes.
Tal vez nos encaminemos a una era donde tú y yo conduciremos vehículos de energía alternativa o de máxima eficiencia energética, pero al resto del mundo le tomará más tiempo -y más petróleo- alcanzarnos.
Lo que cree su servidor
Es tentador observar el mundo que nos rodea y hacer suposiciones sobre el futuro, y en ocasiones puede ser rentable. Sin embargo, cuando se trata de invertir en energía, los inversionistas deben ser conscientes del hecho de que el mundo es mucho más grande que su pequeño entorno personal. De lo contrario, podrían contemplar los precios actuales del petróleo y la caída de la demanda y asumir que la inversión en este sector es un desperdicio de dinero. Eso no podría estar más lejos de la verdad.