En el supermercado de la cadena Giant en la calle Park Road, en el barrio de Columbia Heights, en Washington, 3,78 litros de leche (un galón, que es la medida que todavía usa EEUU, donde el sistema métrico decimal es un esnobismo innecesario) cuestan 3,49 dólares (a los que luego hay que añadir 21 centavos de impuestos) . Es decir, 91 céntimos de euro el litro. A media hora andando, en la gasolinera de BP en la esquina de la calle 14 con Euclid, el galón de gasolina sin plomo sale por 2,09 dólares. Añadidos los impuestos y reconvertido en euros, sale por 53 céntimos de euro el litro. A cualquier vecino de Columbia Heights le compensa echar gasolina en el café.
Claro que lo que es bueno en Columbia Heights, en el Distrito de Columbia, no lo es en Williston, en Dakota del Norte. Williston, con sus 15.000 habitantes, es la localidad que ostenta, según la cadena de televisión CNN, el título de tener a las strippers más caras de Estados Unidos. Y todo gracias al petróleo. Un petróleo que se extrae por medio del fracking, una técnica que existe desde la década de los cuarenta, pero que hace diez años un 'wildcatter' - es decir, un aventurero que explora en terrenos marginales o en los que no hay evidencias geológicas de hidrocarburos - de Texas llamado George Mitchell logró abaratar lo suficiente como para que pudiera ser empleado de forma masiva.
Mitchell combinó el fracking con la perforación horizontal de pozos para acceder a yacimientos en los que la concentración de crudo era demasiado baja como para hacerlos rentables. Y Williston y sus strippers - que viajan a ese pueblo los fines de semana desde Nueva York y Los Angeles - se convirtió en una especie de ciudad de la fiebre del oro. Una fiebre del oro que luego se trasladó a otros estados de EEUU, como Texas, Pennsylvania y Ohio.
Guerra de precios en el petróleo
Ahora, la combinación de la 'guerra de precios' desatada por Arabia Saudí en el seno de la OPEP ha terminado con ese boom económico. Desde el verano, la producción de petróleo de Estados Unidos está cayendo. La razón es simple: Arabia Saudí es el único país del mundo que tiene capacidad excedente para aumentar su producción y lo lleva haciendo desde hace más de un año. Los saudíes lo hacen porque están preocupados con, precisamente, el petróleo extraído por medio de fracking en EEUU, aunque desde la industria petrolera se insiste en que el principal motivo de Riad es su rivalidad con Irán. Cuanto más barato sea el crudo, menos ingresará Irán, un país que tiene su sector energético pulverizado por décadas de guerras y sanciones internacionales.
Extraer un barril en Arabia Saudí cuesta entre 1 y 3 dólares. Irak e Irán declaran costes similares, aunque en esos casos los números no están tan claros. Pero el petróleo de Williston sale por más de 40 dólares, en parte por la tecnología y en parte porque esos yacimientos se agotan en cuatro o cinco años, por lo que hay que 'pinchar' constantemente la tierra, mientras que en Oriente Medio un pozo puede dar petróleo durante décadas. El barril de crudo de las arenas bituminosas de Alberta, en Canadá, cuesta 80 dólares. Así pues, el crudo 'no convencional' -es decir, el que se extrae por métodos como el 'fracking' o las minas de Alberta- está a punto de convertirse en la 'víctima colateral' de la guerra de precios de la OPEP.
De hecho, desde el verano se está produciendo un goteo incesante de suspensiones de pagos en EEUU y, sobre todo, en Canadá, de empresas especializadas en 'fracking'. La mala situación del sector afecta, además, a otros grandes yacimientos, como los de Siberia, en Rusia, la cuenca del Orinoco, en Venezuela, y Vaca Muerta, en Argentina. Con un barril a 35 dólares - y las sanciones en Rusia y la inestabilidad en Venezuela - esos proyectos no son, ahora mismo, rentables.
La cuestión ahora es: ¿hasta cuándo van a poder resistir los productores de EEUU, que en su mayor parte son independientes, es decir, no son grandes multinacionales? Como explica a EL MUNDO Jeff Kaz, codirector de trading de Petróleo de JP Morgan, esas empresas "han cargado sobre las empresas proveedoras de servicios petroleros el recorte de costes. El costo de la perforación de pozos ha bajado, las tecnologías hacen que el índice de éxito en las perforaciones sea mucho más alto, las empresas están pensando cómo hacer 'fracking' mejor y obtener más petróleo y 'refrack' pozos viejos. Solía ser necesario un precio de 75 dólares el barril para ser rentables y ahora esa cifra ronda los 45 ó 50 dólares".
El problema es que el barril ha roto esa barrera, y ya está en 35 dólares. Y con la perspectiva de un millón de barriles más de Irán en el mercado este año, no parece que vaya a haber una mejoría para el petróleo de EEUU al menos hasta 2017, cuando el precio vuelva a subir. Y, en el resto del mundo, el petróleo no convencional tendrá que esperar todavía más.