Todo este personal propio, o con contratos estrechos con la firma que controla Carlos Bulgheroni, es parte de las estrategias que concretan las distintas operadoras de la región para reducir la mano de obra ociosa en los yacimientos petroleros. El caso de PAE es especial, dado que se trata de la mayor exportadora y el 20% de su crudo está afectado al precio internacional.

Cuando comenzó el tembladeral por la crisis petrolera, los despidos en el último trimestre del 2015 habían llegado a 100, todos ellos trabajadores no afiliados. Además, pequeñas empresas de servicios han despedido personal con su correspondiente indemnización ante su sensible estructura financiera actual.

La relación de PAE, y también de YPF, nunca pudo llegar a buen puerto en relación a las afiliaciones al Sindicato de Petroleros Jerárquicos. Pese a las intensas gestiones del titular del gremio, José Llugdar, de 700 empleados directos en PAE con cargo jerárquicos solo 300 están afiliados.

El caso de YPF es más extremo. Cuando la empresa, entonces controlada por la española Repsol, no reconocía a Jerárquicos dentro de su estructura sino al alicaído SUPeH (Sindicato Unido de Petróleo e Hidrocarburos), la organización que hoy controla Llugdar avanzó con paros en los yacimientos hasta llegar a la toma de Termap en 2010.

Y hay que sumarle el acuerdo del sindicato con Tecpetrol donde pactaron una reducción salarial del 30% para todo el personal que están vinculados a equipos en stand by o que se vean obligados a trabajar ocho horas. El sindicato de Jorge Ávila apuesta a que la mayoría de los equipos estén en el campo antes de que expire el subsido al petróleo de exportación.