Petrobras pagó por la instalación ubicada en Estados Unidos US$1.200 millones en dos tramos en 2006 y 2012.

La adquisición está siendo investigada por fiscales federales de Brasil, que argumentan que la refinería le costó a la petrolera mucho más de lo que valía y que se habrían pagado sobornos como parte de la compra, en el marco de una pesquisa más amplia sobre una escandalosa red de corrupción en Petrobras.

Cargos ambientales también redujeron el valor de la refinería, según las dos fuentes citadas por Bloomberg, que pidieron no ser identificadas porque el proceso es confidencial.

Representantes de prensa de Petrobras no respondieron inmediatamente a los pedidos de comentarios de Reuters.

La venta de la refinería acercaría un poco más a Petrobras a su meta de desinversión de US$21.000 millones en activos para fines de 2018, en momentos en que la empresa intenta reducir su deuda y enfocarse en actividades estructurales.

La semana pasada, el presidente ejecutivo, Pedro Parente, dijo que confiaba en que la compañía logrará cumplir sus objetivos cómodamente, a pesar de la caída en los precios del petróleo a nivel internacional.