Pese a que enfrenta 50 mil millones de dólares de posibles obligaciones por el peor derrame de petróleo offshore de Estados Unidos, BP encabeza el esfuerzo para extraer crudo de las profundidades del mar, un lugar tan extremo e inhóspito como la superficie de Marte.
BP, Chevron y Royal Dutch Shell son algunas de las compañías que están desarrollando una nueva generación de tecnología para yacimientos con el fin de atravesar más de 11 kilómetros de agua y roca, donde las temperaturas pueden llegar a los 200 grados Celsius y la presión alcanza los mil 406 kilogramos por centímetro cuadrado, y hacerlo de manera segura.
Las condiciones son más difíciles que en el pozo Macondo de BP en el Golfo de México, donde la explosión de una plataforma en 2010 causó la muerte de once personas y un derrame que contaminó cientos de kilómetros de costa.
Las compañías buscan explotar un billón de dólares en reservas marinas, donde un gran descubrimiento puede producir más petróleo durante su vida útil que mil de los pozos de shale que están impulsando un auge energético sin precedentes en Estados Unidos.
“Lo que estamos haciendo bajo el mar no se ha hecho en ninguna otra parte”, dijo Matthew Franchek, profesor de ingeniería mecánica de la Universidad de Houston. “Los pioneros que volaron al espacio podrían haber dicho lo mismo”.
BP podría invertir varios miles de millones de dólares en esta década en una iniciativa que denomina Project 20K.
'MÁS PELIGROSAS'
La explosión de Macondo debería dar que pensar a la industria en tanto ingresa en una nueva etapa de exploración, dijo Bob Deans, portavoz del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales.
“Una de las compañías más avanzadas del mundo en lo tecnológico sufrió una explosión en aguas de 1.6 kilómetros de profundidad que causó la muerte de once personas, y sellar el pozo llevó 87 días”, declaró Deans. “Ahora estamos hablando de trabajar en condiciones aún más peligrosas que ponen en riesgo nuestras aguas, a nuestros trabajadores y a nuestra vida silvestre”.
Un juez federal este mes atribuyó a BP el grueso de la responsabilidad por la catástrofe de 2010, recordatorio de lo difícil que puede ser la perforación en aguas profundas. Como los viajes espaciales, donde ocurrieron accidentes fatales aun después de que se reforzaran las medidas de seguridad, los riesgos propios de la exploración petrolera pueden frustrar los esfuerzos más denodados de los reguladores y las compañías.