¿Prueba de fuego para la economía colombiana?

By  Carlos Caballero Argáez - El Tiempo (Colombia) Abr 19, 2014

A principios de abril, este periódico publicó una noticia económica importante para el futuro del país, que pasó inadvertida. De acuerdo con esta, “a largo plazo los precios globales del petróleo bajarán tal vez en forma significativa. Nuevos y vastos hallazgos de crudo y gas natural en el mundo auguran una reducción de los 100 dólares por barril actuales a 75 dólares por barril en los próximos cinco años” (EL TIEMPO, The Wall Street Journal Americas, 4 de abril, p. 10).

El mundo de los hidrocarburos –petróleo y gas natural– está sufriendo una transformación estructural vertiginosa. “Por primera vez en 150 años de historia, el motor de combustión puede funcionar con distintos combustibles” y, en la medida en que “estos combustibles comienzan a ser adoptados, el consumo global de crudo crecerá en forma más lenta y luego se estabilizará”, añade el periódico. Y es que los descubrimientos de fuentes no convencionales de crudo –shale oil o petróleo de esquisto y crudos pesados– “han permitido sumar a las reservas mundiales de crudo, en los últimos cinco años, más de un millón de millones de barriles, equivalentes a 30 años del suministro adicional, y gran parte de ese crudo está siendo explotado”.

Para The Wall Street Journal Americas, “el auge global del crudo y el gas podría ser una prueba de fuego para la economía rusa, que depende enormemente de sus exportaciones de energía”. Sin embargo, en mi opinión, no hay que irse tan lejos para encontrar un país muy dependiente de sus exportaciones de energía: Colombia. La prueba de fuego sería, en este caso, para la economía colombiana.

Fíjense, ustedes. Las exportaciones de petróleo y sus derivados representaron en el 2013 el 54,4 por ciento de las exportaciones totales colombianas. Y el 18,3 por ciento de los ingresos del Gobierno Central provino de la actividad petrolera –cerca de la quinta parte (!!)–, de los cuales la mitad fueron dividendos que le repartió Ecopetrol al Gobierno Nacional por la propiedad accionaria del 89,9 por ciento de la empresa estatal. Luego, no solo es importante que se encuentre más petróleo y se exporte a un precio del orden de 100 dólares, sino que Ecopetrol mantenga un nivel considerable de distribución de dividendos, no por la suerte de los accionistas minoritarios –aunque esta también cuenta–, sino por la de Ecopetrol y la estabilidad macroeconómica del país. Entre otras razones, porque el Marco Fiscal de Mediano Plazo, elaborado por el Ministerio de Hacienda, que contiene las proyecciones fiscales del país para los próximos diez años, incorpora un precio internacional del petróleo de 100 dólares en los cálculos.

En estas condiciones, es fundamental que, muy rápidamente, se busque y se encuentre más petróleo en el país. Con las reservas actuales se llegaría a un pico de producción de 1’240.000 barriles diarios en el 2018; la producción declinaría posteriormente para ubicarse en el 2023 en su nivel actual. Esto es claramente insuficiente para las necesidades de divisas y de abastecimiento nacional de combustibles de los próximos años, si es que se aspira a que la economía crezca al potencial de 4,6 por ciento anual.

La política petrolera debe facilitar, en todos sus componentes, la exploración y la explotación del crudo. La verdad es que el ritmo de perforación de nuevos pozos no ha sido el proyectado (115 contra 230 el año anterior), que las licencias ambientales continúan demorándose (16 meses), que los ataques terroristas a los oleoductos se han recrudecido y que los ambientalistas culpan del cambio climático a la explotación de petróleo.
Ojo. Si no se le pone atención al petróleo, Colombia va a enfrentar, a la vuelta de la esquina, una verdadera prueba de fuego.

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