Ha sido tan importante contar con los incrementos de producción en Estados Unidos, que los precios del mercado no se han visto afectados por los conflictos en Irak y Libia ni por el eventual impacto en la producción de petróleo ruso, como consecuencia de la crisis en Ucrania.
En abril del presente año, Estados Unidos pasó a ser el primer productor de petróleo del planeta, con 13,6 millones de barriles/día (mbd), 2 mbd por encima de la producción de Arabia Saudita. Hace seis años, la situación era justamente la contraria y no se veía quién le disputaría a los sauditas el primer lugar en el pódium de grandes productores petroleros en el mundo.
Ha sido tan importante contar con estos incrementos de producción en EE. UU. que los precios del mercado no se han visto afectados por los conflictos en Irak y Libia ni por el eventual impacto en la producción de petróleo ruso, como consecuencia de la crisis en Ucrania. Al contrario, el mayor número de barriles en Norteamérica ha compensado la disminución de producción en otros países, al punto que los precios se encuentran en su nivel más bajo en el último año y, según el Departamento de Energía, el precio del WTI podría bajar en el 2015 a 96 dólares barril, promedio.
Las razones de ese espectacular éxito son bien conocidas: la perforación horizontal y el fracturamiento hidráulico conocido como fracking, lo cual permite descifrar los códigos de la roca y extraer esa riqueza atrapada por miles de años. Llegar al punto donde la industria petrolera se encuentra hoy en día ha tomado muchos años de investigación y desarrollo tecnológico a fin de potencializar el uso simultáneo de ambas herramientas, lo mismo que el recobro mejorado que permite aumentar el potencial de producción de campos existentes.
Sin embargo, desde los inicios de la revolución del shale gas y tight oil, se han planteado dudas sobre la sostenibilidad del nuevo boom petrolero y del gas natural. Se conoce que pozos de desarrollo en algunas zonas shale en EE. UU. pierden hasta 60 por ciento de producción solo en el primer año. Información de Schlumberger, reportada en medios de información del estado de Texas, señala que 40 por ciento de los pozos ‘no convencionales’ pierden dinero en la actualidad y requieren de esfuerzos de exploración, fracturamiento y mejoras en la tecnología cada vez mayores para nivelar producción y mejorar los ‘económicos’ de la operación.
Lo anterior está dando origen a una variante tecnológica que se conoce como el refracking, la cual parte de concluir que es más económico intensificar la operación de fracturamiento en pozos actuales que asumir los gastos que conlleva una perforación nueva. Como se recuerda, fracturar tiene por objeto inducir fisuras en rocas de baja permeabilidad que permita al petróleo y gas fluir hasta la superficie. Se ha encontrado que el fracturamiento primario no logra llegar a todas las zonas potencialmente productoras de la roca. Es decir, la mezcla de agua, químicos y arena que se utiliza en este proceso no alcanza a ‘bombardear’ todas las fisuras, lo que equivale a dejar enterrados un porcentaje del petróleo y gas contenidos en la roca. Se plantea, entonces, adelantar procesos más avanzados tecnológicamente que permitan abrir nuevos canales en la roca para maximizar la producción de petróleo y gas natural.
Al final, el tema es económico y determinará si resulta más conveniente el refracking, que adelantar nuevas perforaciones. Lo cierto es que la acelerada declinación que se experimenta en este tipo de operaciones está obligando a la industria petrolera a diseñar nuevos procedimientos que hagan sostenible el auge del petróleo y gas, lo cual, seguramente, conllevará mayores costos, que, en la práctica, le pone un piso a los precios del petróleo. Por eso se explica que mientras hace unos 10 años los petroleros vivían bastante bien, con precios del orden de 35 dólares barril, hoy difícilmente se tienen escenarios sostenibles de precios por debajo de 97 dólares barril. En el caso del gas natural, los precios del Henry Hub podrían estabilizarse en niveles del orden de 4 a 5 dólares/Mbtu, gracias a la venta de otros productos que se obtienen en la producción del gas, como es el caso del gas propano o GLP, y también al cierre de algunos de estos proyectos con economía en rojo.
Habrá que ver si las nuevas técnicas del refracking también se usan en la producción de gas natural para sostener este boom que llevará a EE. UU. de importar aproximadamente el 30 por ciento de su demanda de este energético a convertirse en exportador antes de terminar la presente década.
Desde la crisis energética de mediados de los 70, se comenzó a hablar del posible agotamiento de los recursos de petróleo y gas natural en el mundo, lo que se conoció como el peak oil. Se hicieron todo tipo de estudios que confirmaban los sombríos pronósticos de que un día ya no tendríamos suficiente petróleo para atender la demanda. Ahora, resulta que a partir del auge de los hidrocarburos ‘no convencionales’ y de los adelantos tecnológicos, las reservas crecen y aumenta la producción. Hoy, nadie se preocupa del peak oil y, salvo que ocurra un acontecimiento mundial que afecte de manera importante la producción petrolera, los precios permanecerán similares a los obtenidos en los últimos meses.
*Consultor en energía