El ministro de Petróleo y Recursos Minerales Ali Ibrahim Naimi llega a la reunión de la OPEP en la sede en Viena, Austria, en junio de 2014. Agence France-Presse/Getty Images
Las diferencias al interior de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se están convirtiendo en una guerra de precios, lo que reduce el control del grupo sobre el mercado petrolero y ha exacerbado la venta de crudo a precios de liquidación.
Las fisuras crecieron conforme la agitación en Medio Oriente pone a prueba las alianzas políticas y los productores compiten por encontrar compradores, en medio de un nuevo auge del petróleo en Estados Unidos y un crecimiento que se desacelera en Asia.
La semana pasada, Arabia Saudita redujo unilateralmente el precio del crudo con entrega programada para el mes próximo, sin consultar con otros miembros de la OPEP, según funcionarios de la organización. La decisión causó una caída de los precios y sorprendió a muchos observadores del mercado, que preveían que los sauditas redujeran la producción para ayudar a impulsar los precios.
El Brent, el tipo de petróleo que actúa como referencia global, cayó 1,2% el viernes a US$92,31, el precio más bajo desde junio de 2012. Los precios han caído 20% desde su máximo de mediados de junio.
El West Texas Intermediate (WTI), el crudo de referencia en EE.UU., descendió 1,4% el viernes a US$89,74, la mayor caída desde abril de 2013. Los precios en el país norteamericano han caído 16% desde su máximo de mediados de junio.
La decisión saudita se produjo tras una iniciativa similar de ese reino y de Kuwait de reducir los precios para entrega este mes, sin informar a otros miembros de la OPEP, según funcionarios de esa entidad.
“Si los miembros no cooperan, lo cual es probable, todos tendrán problemas y los precios caerán aún más”, afirmó otro funcionario de la OPEP del Golfo Pérsico.
Desde su fundación en 1960, la OPEP ha estado marcada por peleas internas entre sus miembros, que deciden a puertas cerradas cuándo reducir o impulsar su producción colectiva para intentar influir sobre los precios. En los últimos meses, sin embargo, las divisiones se profundizaron considerablemente, según funcionarios del grupo y analistas. Eso ha debilitado la influencia de la organización en momentos en que enfrenta algunos de los mayores desafíos de su historia.
La reciente agitación en Medio Oriente ha perturbado alianzas políticas de larga data entre algunos de los miembros más importantes del grupo. El auge del esquisto en EE.UU. le está quitando a la OPEP uno de sus mejores clientes y está contribuyendo a que un exceso de petróleo no proveniente del grupo inunde los mercados mundiales. Y el crecimiento económico vertiginoso en Asia, que apuntaló los precios del petróleo durante desaceleraciones en EE.UU. y Europa, está perdiendo ritmo.
Esto ayudó a que los precios globales bajaran marcadamente desde mediados de año. En el pasado, la OPEP ha tomado decisiones colectivas en situaciones similares para impulsar las cotizaciones, ya sea al reducir la producción o amenazar con hacerlo. Muchos dentro y fuera de la organización dudan de que el grupo pueda hacer mucho en medio de su confusión actual.
La caída de los precios es particularmente preocupante para los productores de la OPEP en América Latina y África, que dependen de los ingresos petroleros para sostener un alto nivel de gasto, así como para Irán, donde el comercio se ve limitado por sanciones internacionales.
Los precios más bajos quizás no preocupen a muchos países desarrollados. Los países industrializados que consumen petróleo critican desde hace tiempo a la OPEP por intervenir para mantener altos los precios del crudo, con el fin de llenar sus arcas.
Pero la desunión en la organización también amenaza una red de contención global. Los miembros de la OPEP —que bombean más de un tercio del suministro mundial diario— han tomado medidas en el pasado para poner un límite a los precios en medio de grandes interrupciones de suministro, como sucedió antes de la invasión a Irak encabezada por EE.UU. en 2003.
Los miembros de la OPEP poseen una capacidad de extracción ociosa de unos 3,8 millones de barriles diarios, equivalente a 4% del suministro global de crudo, según la Agencia Internacional de Energía, capacidad extra que podría activarse con rapidez.
“Si hay una crisis de suministro, la OPEP es el único grupo que puede responder”, dice John Hall, presidente del directorio de la consultora británica Alfa Energy.
Cuando el boom de la producción petrolera estadounidense limitó las importaciones de combustible en ese país, los miembros de la OPEP acudieron a más clientes en Asia. Sin embargo, en momentos en que el crecimiento de las economías asiáticas y la demanda de petróleo se estancan, los miembros de la OPEP comienzan a competir entre ellos para quedarse con cuota de mercado, lo que a menudo lleva a una guerra de precios.
Esa es la actual situación dice Amy Myers Jaffe, directora ejecutiva de energía y sostenibilidad de la Escuela de Administración de la Universidad de California en Davis. “Nunca vi a la OPEP tan fracturada”.
Los recientes problemas de la OPEP se originaron en una pelea inusualmente pública en 2011. Al enfrentar un bajo nivel de suministro y precios en alza en medio de la agitación política de la Primavera Árabe, el veterano ministro de petróleo saudita Ali al-Naimi presionó para impulsar la producción. Los delegados se negaron, y Al-Naimi se retiró enfurecido.
Riad impulsó la producción por su cuenta. Desde entonces, la división se ha profundizado.
—Sarah Kent y Nicole Friedman contribuyeron a este artículo.