Una de las sorpresas más grandes de la economía mundial en 2014 ha sido la caída en los precios del petróleo.
Con un conflicto armado en Medio Oriente y otro que involucra a Rusia, una de las grandes potencias energéticas, muchos habrían esperado una escalada sustancial en el precio del crudo.
Eso fue lo que ocurrió en otros momentos de gran turbulencia política en las zonas productoras de petróleo, mayormente concentradas en el Medio Oriente.
Sin embargo, esta vez una serie de factores nuevos están cambiando el mercado global del crudo, al punto que ni siquiera la posibilidad de que el autodenominado Estado Islámico desestabilice aún más a Irak y eventualmente a otros estados de la zona está afectando a los operadores.
Lo que ha llevado que el petróleo haya caído el viernes pasado por debajo de la barrera sicológica de los US$90, alcanzando el nivel más bajo en cuatro años.
A ritmo de recesión
Un informe del banco de inversión Barclays estima que el precio seguirá por debajo de los US$100 dolares el barril por el resto de 2014 y en 2015.
Algunos analistas atribuyen este pesimismo petrolero a una débil demanda global. Con sus economías a media marcha, el mundo tiene menos ansias de consumir petróleo.
"El mercado está anticipando una recesión en Europa y un crecimiento más lento en China", le dijo a BBC Mundo la experta Anne Louise Hittle, analista principal de mercados de petróleo para la firma consultora Wood Mackenzie.
Pero además de una demanda más débil, la oferta más amplia ayuda a que el precio baje.
Muchos países, encabezados por Estados Unidos, han aumentado de manera sustancial su producción petrolera en los últimos años gracias al uso de tecnologías como el fracking.
Como informaba el diario The New York Times, el pasado 30 de julio zarpó del puerto texano de Galveston un buque con 400,000 barriles de crudo con destino a Corea del Sur, las primeras exportaciones petroleras sin restricciones que Estados Unidos hace en casi cuatro décadas.
Cuentas en apuros
Entonces, con más vendedores y menos compradores, el precio del crudo ha cedido.
La gran pregunta es si estas tendencias de petróleo barato continuarán.
Una pregunta que trasnocha, en particular, a los ministros de Hacienda de muchas naciones petroleras que ven en el precio del crudo el gran factor que determina la suerte de sus economías.
El Wall Street Journal aseguraba este viernes que Venezuela necesita un precio del barril de petróleo de $121 para equilibrar sus cuentas fiscales, mientras que Ecuador requiere que esté a $117.
Claramente un precio de $89 por barril, como el que se perfila para esta semana, representa malas noticias para los productores petroleros de nuestra región.
El factor militar
Para Michael Cohen, jefe de investigaciones en materias primas energéticas del Banco Barclays en Nueva York, no hay una respuesta simple a si los precios seguirán a la baja.
Todo depende en su opinión, si la OPEP, el legendario pero venido a menos cartel de productores petroleros encabezado por Arabia Saudita, se organiza para restringir la producción petrolera, creando una escasez de crudo que haga que los precios se recuperen.
"Depende de si la OPEP entra y le devuelve el equilibrio al mercado, un proceso que en el pasado ha tomado varios meses", advierte en conversación con BBC Mundo.
Sin embargo, esa fórmula es una medicina dolorosa para los productores, pues en el corto plazo, requiere que al cortar su producción, bajen aún más sus ingresos.
Y crea incentivos para que algunos de los países integrantes de la OPEP hagan trampa, vendiendo más petróleo mientras sus vecinos disminuyen la producción y hacen que los precios se recuperen.
No obstante, Cohen estima que Arabia Saudita reaccionará eventualmente, cortando exportaciones a Europa.
Y la explicación, más allá de la economía, está en los imperativos estratégicos y militares de los grandes productores de Medio Oriente.
"No creo que la OPEP tenga un interés en que los precios bajen mucho más que lo actual, porque, debido a las protestas y turbulencia social que se vienen dando en muchos de sus países, necesitan el dinero para financiar sus programas sociales y su gasto militar", le dice a BBC Mundo el analista de Barclays.
¿El mercado se auto-regula?
Incluso si la OPEP no consigue organizarse para recortar artificialmente la producción en el corto plazo y así revitalizar los precios, los analistas piensan que en el mediano plazo, el mercado lo hará por sí mismo.
Del lado de la oferta, si los precios se mantienen bajos, habrá una caída en la inversión petrolera y eventualmente una disminución en la producción, lo que con el tiempo hará que se disipe el exceso de petróleo que actualmente inunda el mercado.
Esto debería resultar, al cabo de varios meses o años, en una recuperación del precio del crudo.
Menos fracking
Más aún, algunos se preguntan si la caída del precio del petróleo terminará con una bonanza que apenas comenzaba en los últimos años, la de la explotación de yacimientos no convencionales.
Se teme que con el petróleo barato, disminuirá el atractivo de la explotación de hidrocarburos con métodos costosos como el fracking.
Cohen piensa que el impacto se sentirá en algunos de los proyectos.
"Si nos mantenemos alrededor del precio de los 90-95 dólares por barril que pronosticamos para 2015, posiblemente se detendrán algunos de las exploraciones planeadas en la cuenca Permian de Texas en Estados Unidos y en Oklahoma, entre otras", le dice a BBC Mundo.
Sin embargo, insiste Cohen, muchos de los proyectos ya en operación pueden sobrevivir con precios de petróleo mucho más bajos, de 20 a 40 dólares por barril.
Los yacimientos de crudos pesados que ya están en explotación en Venezuela, por ejemplo, no perderán su viabilidad económica por motivo de la actual caída en los precios internacionales.
De modo que la actual caída en los precios de petróleo no parece ser suficiente para alterar de manera definitiva los patrones de producción del crudo en el mundo.
Pero es posible que con el tiempo lleve a una disminución en la explotación de los yacimientos más complejos y costosos de desarrollar.
Y sobre todo, presenta un dolor de cabeza a las naciones que esperaban que el precio se mantuviera indefinidamente a los niveles estratosféricos de la última década, para financiar las necesidades de sus gobiernos.