No se puede seguir esperando que los precios internacionales del petróleo reboten a valores similares de hace tres y cuatro años atrás. La nueva realidad es que estos precios estarán en una franja de 40 US$/Bbl a 50 US$/Bbl y como tal debemos entender que Colombia no es un país petrolero y que nuestras reservas probadas a 31 de diciembre de 2015 tan sólo nos dan una relación reservas producción de cinco años y medio (ver gráfico 1). Esto quiere decir, que de no tener hallazgos importantes ahora y de seguir teniendo una producción promedio como la de los últimos dos años, en menos de seis años nos convertiremos nuevamente en importadores de crudo y muy posiblemente a valores por encima de 50 US$/Bbl, lo cual profundizaría más la crisis económica y de empleo.
La primera vez que perdimos la autosuficiencia petrolera fue entre los años 1976 y 1985 donde el país importó 90.1 millones de barriles durante esos diez años y que gracias al sector cafetero Colombia logró minimizar el impacto económico de ser importador de petróleo a los precios altos de la época.
Colombia es un país con un potencial petrolero importante pero no podemos engañarnos con creernos que somos un país petrolero. Nosotros no hemos tenido y no tenemos injerencia alguna en los precios internacionales y por tanto, tenemos que aceptar esta realidad y para poder atraer la inversión extranjera y nacional requerida, debemos ser competitivos frente a los países de la región que tienen recursos importantes y también con aquellos que están desarrollando proyectos para poder algún día abastecer sus mercados y potencializar sus economías emergentes. Colombia no está sola en este negocio y por tanto debemos reaccionar ya para poder atraer a los inversionistas.
La industria de los hidrocarburos tiene que buscar un Acuerdo Nacional para su reactivación con unos compromisos serios que permitan analizar y tomar las acciones necesarias y con un control permanente para que el plan siga la hoja de ruta trazada. Este acuerdo tiene que ser con todos los estamentos y en unidad: Gobierno, empresas operadoras, de servicios, gremios y academia. No podemos trabajar en este propósito de forma independiente sino todos buscando un gana gana que potencialice a los interesados.
La historia nos recuerda que en los momentos de crisis como el actual se debió dar un viraje a la política petrolera del país y es así como en 1969 a través de la Ley 20 se crean los contratos de asociación y se finalizan las concesiones a través del Decreto Ley 2310 de 1974, debido a la inminente parálisis del sector que nos llevó a ser importadores de crudo por primera vez y así poder abastecer al país. Gracias al descubrimiento del campo Caño Limón en 1983 y puesto en producción en 1986 logramos ser nuevamente exportadores de crudo. Sin embargo, en 2003 se da un segundo viraje de gran envergadura en la política petrolera con el decreto 1760 con el cual se crea la Agencia Nacional de Hidrocarburos, ANH, como respuesta a la situación crítica que atravesaba el país debido a la disminución de las reservas de petróleo, lo cual eventualmente, llevaría al país a convertirse en importador de crudo y en 2004 se establecen los contratos de exploración y producción actuales.
El panorama no es nada distinto hoy, por tanto, tenemos que trazar una política petrolera acorde a la nueva realidad, en donde el government take, como punto esencial de la competitividad se ajuste para que los inversionistas vean atractivo el país. El government take tiene en cuenta los impuestos, regalías y los pagos que las empresas hacen a la entidad encargada de administrar los recursos petroleros de un país, por tanto, es muy importante tener una reforma tributaria que estimule la inversión del sector y de paso se debe realizar una reforma a las regalías en beneficio de las regiones.
Pero esto es la punta del iceberg en la competitividad, es decir, lo que siempre queremos ver o podemos ver. Sin embargo, la competitividad es mucho más, es tener una importante prospectividad, éxito exploratorio, estabilidad jurídica con unas reglas de juego claras y a largo plazo, contratos firmes, es brindar seguridad jurídica y física a las compañías, manejar tiempos acordes al licenciamiento ambiental y de consultas previas, costos de extracción y transporte bajos, es decir, una política de Estado que construyamos todos los públicos de interés y no de Gobierno de turno cortoplacista.
La invitación que hace la Asociación Colombiana de Ingenieros de Petróleos, Acipet, es precisamente a que cerremos filas ante la crisis del sector y nos sentemos todos en una gran mesa de concertación de la industria de los hidrocarburos en el país para lograr el Acuerdo Nacional para la reactivación del sector petrolero, de lo contrario estamos seguros de repetir desafortunadamente la historia de ser importadores de crudo y las consecuencias graves que esto acaecerá.
Juan Carlos Rodríguez Esparza
Director Ejecutivo de Acipet