El puerto de Ras Lanuf, uno de los más importantes de Libia, había reanudado su actividad a finales de septiembre, tras ser reconquistado por las fuerzas leales al Parlamento de Tobruk, pero hasta este lunes solo había exportado petróleo previamente almacenado.
"Un buque con 600.000 barriles de crudo enviados desde yacimientos más al sur ha salido hoy del puerto. Esperamos que un segundo cargamento llegue en los próximos días", explicó un funcionario del Compañía Nacional de Petróleo (NOC) libia.
Este incremento de la producción se produce justo cuando la OPEP quiere poner techos al bombeo de crudo por parte de sus miembros, con el objetivo de acortar el exceso de oferta mundial de petróleo. No obstante, el cártel pretende eximir a Libia del cumplimiento de este acuerdo por la complicada situación que vive el país norteafricano.
Ras Lanuf forma parte, junto a los puertos de Sidrá y Zueitina, del llamado 'creciente petrolero', una bahía situada entre las ciudades de Sirte y Bengasi, capital del este del país, en la que se concentran las principales instalaciones petroleras nacionales.
Desde 2014 y hasta finales de septiembre pasado, todos ellos estaban en poder del señor de la guerra Ibrahim Jidhram, quien ahora es aliado del llamado gobierno de unidad, designado y apoyado por la ONU en Trípoli.
A mitad de septiembre, y aprovechando la ofensiva que la alianza de milicias del oeste Libia ha lanzado para arrebatar Sirte a los yihadistas, las tropas de Tobruk, bajo el mando del mariscal Jalifa Hafter, se hicieron con el control de estas.
Desde entonces, la producción de crudo libia se ha doblado desde los 300.000 barriles que estaba produciendo en septiembre hasta a los actuales 600.000, según datos de la Agencia de la Energía de EEUU.
Aún así, el país se halla aún muy lejos de los 1,6 millones de unidades que producía antes de que en 2011 el alzamiento rebelde acabara con los casi 40 años de régimen dictatorial de Muamar al Gadafi.
Desde entonces, Libia es un estado fallido, víctima del caos y la guerra civil, en el que dos gobiernos, uno en Trípoli (oeste) y otro en el Tobruk (este), luchan por hacerse con el poder y el control de los recursos petroleros con ayuda de decenas milicias que cambian a menudo de bando.
De la situación se han beneficiado grupos yihadistas como la rama libia del Estado Islámico, Boko Haram o la organización de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) que han penetrado y extendido su influencia en el país.